jueves, 19 de junio de 2008

2do Ensayo: ¿Qué es y qué comprende la Pintura? Ensayo sobre una Orientación del Posgrado en Artes Visuales

Trabajo realizado en el curso Propedéutico de la Maestría en Artes Visuales

18 de junio de 2008.



La tarea no es sencilla, todo aquél que se haya dedicado a un campo artístico, sabe que definirlo y explicarlo es una labor que exige una concentración intelectual ardua. 


Cualquier ejercicio de definición encara el problema de una disección taxonómica, esto es, la delimitación de las partes que integran el campo a definir, y en consecuencia, la pertenencia de dichas cualidades a un área y no a otra.


Pero también hemos de señalar que la definición puede referirse tanto a un sujeto o cosa; no sólo eso, podemos definir también fenómenos, prácticas y disciplinas.

Quiero señalar con lo anterior que el intento de definir la pintura comprende de inicio, perspectivas muy variadas.

Luego de los intentos por definir las artes, y dentro de ellas la pintura, como lenguajes artísticos, sería ambicioso pretender acabar la definición en este pequeño ensayo. Queden estas líneas y reflexiones como un acercamiento a dicho problema, más que como un trabajo conclusivo.


La pintura comprende varias cosas a la vez. La pintura es un campo disciplinar artístico, esto quiere decir que cuenta con formulaciones conceptuales, con categorías formales, con procederes y formulaciones técnicas, y teóricas propias. En este sentido, la definición que hiciéramos de la pintura queda en el terreno de la abstracción, sería un ejercicio reflexivo, mental, así lo consideró Leonardo en su tratado hacia 1500, aunque considere el terreno de las realizaciones más prácticas del área. En este sentido la Pintura es una definición teórica, producto del esfuerzo mental.


Pero en general y a lo largo de la historia, la pintura es un objeto, es decir, un producto artístico cuya especificidad fáctica nos coloca frente a una cosa llamada pintura, de variada materialidad y soporte, pero una obra objeto al fin. Habría que descartar la consideración de una objetualidad simple, en su lugar hablaremos de una idea del objeto como condensador de las presiones e intenciones del pintor por dar forma a sus necesidades significantes. Son las cualidades del objeto las que asaltan a la conciencia de quien especta frente a la obra, y podría decirse más.


Parece simple decirlo, pero si la pintura es un producto, éste tiene que ser realizado, conformado, organizado por el artista, y esa realización también es pintura. Por ello, puede decirse, que la pintura también es una actividad. La pintura como proceso, sustituye o complementa en el siglo XX, a la consideración objetual clásica del objeto pictórico. Recordemos aquí las lecciones fundamentales del Informalismo Europeo y del Expresionismo Abstracto.


La pintura como disciplina artística, actividad y como objeto, ha sido diferente según el contexto histórico en el que se realizó. De ahí que la pintura sea también en ocasiones vanguardia del pensamiento artístico, desde lo formal, lo político e incluso lo filosófico.

Así, la pintura se suele nombrar como parte de un movimiento, tendencia o corriente artística histórica. 


La pintura como disciplina artística comprende una serie de conocimientos que el profesional en dicha área debe manejar.

En este sentido, aunque la pintura nace como cualquier arte, de la intencionalidad expresiva del artista, siempre comprende un concepto o idea. Pero en pintura la idea es aquella formalización que el artista quiere fijar en la obra mediante las leyes, conceptos y categorías que sustantivan esa práctica.


Toda pintura contiene un tema específico. Este puede ser variado, regional, folclórico histórico, de género etc. Pero se puede hacer una gran división doble en el terreno temático de la pintura. Por una parte, aquellos temas que se refieren a una exterioridad contextual, los que tratan asuntos de los acontecimientos humanos o de la naturaleza. En otro apartado tenemos la pintura que toma como tema las ideas propias de lo pictórico, temas que no atañen el mundo exterior sino al de la forma misma de la pintura, a su estructura en el sentido mas amplio de la abstracción.


Para fijar la idea y representar un tema, es necesario que el pintor los configure o construya. La construcción o configuración se da manejando la forma, la forma de la pintura. Pero la forma de la pintura es amplia, y depende de aquel contexto del que hemos hablado.

Procurando generalizar lo más posible, la forma de la pintura ha comprendido a través de la historia, categorías formales como el color, la luz, el valor, el tono y el espacio. Estas categorías son relacionadas entre sí, y con algunas otras, mediante el uso de leyes formales. Las leyes formales son verbos para relacionar  y organizar las diferentes categorías. Un ejemplo de estas leyes puede ser la ley del contraste, la de la continuidad, la alternancia.

 

La manera de organizar espacialmente la pintura ha sido diversa. Sin embargo, en la pintura podría distinguir dos grandes grupos diferentes. Aquella pintura donde las estructuras formales están organizadas en relación al soporte, a la figura de su perímetro. Y otra pintura que no se organiza en relación al soporte, sino que implica concepciones abstractas e incluso filosóficas sobre la pintura como un campo. En este sentido, el autor configura una pintura que se extiende y fluye más allá de los límites del soporte, y repito, esto es en idea.

 

También, creo posible dividir la pintura en otros dos tipos de organización y concepción del espacio. Hay una pintura que el autor conceptualizó espacialmente como aquella que ha de manejarse bajo un carácter plano. Esto es, el autor asume como plana a la pintura, quizá por la naturaleza de los soportes, que suelen nombrarse como bidimensionales.

Otra pintura pretende representar una ficción espacial de profundidad. Para ello el autor recurre a diversas construcciones formales, que construyen profundidad, relieve o volumen.


La técnica en tanto parte de la pintura, comprende una serie de procedimientos, herramientas y materiales con las que el autor trabaja para dar presencia fáctica a la pintura. Así, la técnica también obliga al artista a emplear una cierta forma, una manera de hablar, un lenguaje. 

Las técnicas han sido muy diversas, por mencionar sólo algunos ejemplos, está la pintura al fresco, la encáustica, al óleo, al temple. Pero como se puede ver, éstas sólo nos remiten al uso de los materiales, los términos han sido creados sin hacernos comprender que también hay un uso de herramientas, y unos ciertos procedimientos.

Al definir la pintura desde una postura técnica, tenemos que señalar que esto será mas allá de posturas instrumentales y practicistas, consideraremos la técnica pictórica como la vía de concreción que hace posible, o no, la formalización conceptual.


El área disciplinar de la pintura, como se ha visto, comprende una serie de recursos tan amplios como procedimientos, materiales e ideas. En el campo de las ideas podríamos decir que la pintura también comprende teorías. Las teorías están ligadas tanto a lo anteriormente mencionado, como a las teorías propias que el autor maneja en aquel contexto espacio-temporal. Por lo que, pueden empatarse perfectamente con teorías del arte que también son manejadas por artistas de otros campos disciplinares. Las teorías comprenden una concepción de qué es la pintura, de qué debe ser la pintura y de qué es el arte. Y en ellas subyacen posturas y actitudes, no sólo ante el arte, sino también ante el mundo.


Una definición actual de la pintura como objeto tiene que ir mas allá de la definición tradicional bidimensional; la multiplicidad interdisciplinar actual ha llevado al artista a concretar la pintura en una variedad de soportes y condiciones que invaden propiamente nuestro espacio perceptual en todas dimensiones.


Anteriormente, la pintura en el sentido físico y mecánico comprendía un soporte, una carga pigmentante y un aglutinante que estabilizaba la materia. Hoy día también la práctica pictórica expande su definición hacia una amplitud espacial que opera como soporte, el elemento tintante puede ser tan transparente como las proyecciones de rayos luminosos, e incluso, la obra puede ser una imagen virtual observada en la pantalla del ordenador.


La pintura como actividad comprende principalmente el acto de pintar. Entonces, la pintura es una serie de procedimientos ampliamente planeados, o cuando menos con una intención específica. 

Como proceso, la pintura comprende tres entidades principales, el autor o pintor, la pintura-objeto, y el modelo. En este proceso las tres entidades se relacionan mutuamente, en especial, a través de una triangulación donde el autor es la punta. El autor va del modelo a la pintura, de la pintura a su pensar y de nuevo al modelo. Aunque en realidad, esta dinámica depende de las diferentes metodologías que han sido llevadas a cabo durante la historia de la pintura.

El modelo es una de las entidades más variadas. En el caso de la triangulación expuesta anteriormente, el modelo nos lleva directamente a pensar en aquella persona, cosa, lugar o escena que el pintor estudia, analiza y representa en la pintura; aunque también puede ser el modelo de pensamiento que no existe en el mundo que nos rodea, sino en el de las ideas pictóricas.


Por eso, el modelo no siempre ha sido una entidad palpable, es decir, no siempre existe en la realidad concreta. El modelo en ocasiones ha estado en la mente del pintor. Y no me refiero a un modelo como prototipo, sino a aquella imagen metal que está en la psique del pintor, que puede estar en su memoria, su subconsciente o imaginación.


El autor es aquél sujeto que realiza la pintura, que le da forma y la configura. Él va hacia el modelo y la pintura a través de sus sentidos, su intelecto y su proceder. 

El autor es el que encarna las intenciones, el qué quiere hacer; los procedimientos, el pintar; y una serie de posturas y actitudes. Las actitudes y posturas son las que lo llevan a relacionarse de cierto modo con la pintura y con el modelo, así como a idear y tener una concepción de qué es la pintura. 


Termino recordando que para hoy, la definición de la pintura tiene que pasar por un ejercicio de complejidad relativizante. Ya no son suficientes aquellas posturas que veían en la pintura simplemente el lenguaje del color para representar el mundo. 


Por eso, y asumiendo una actitud flexible, he intentado señalar tanto los elementos formales que debería contener una posible definición de la pintura, como aquellas consideraciones teóricas que abarca, poniendo también a consideración la definición de la pintura en tanto práctica del sujeto, que no es sino la consideración de una formalización del mundo en un sistema significante particular. 

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